Como motivo del centenario de la historia del Titanic, estos días voy a hablaros de él, desde diferentes puntos de vista. Empezaré contándoos un poco la historia real de este buque, bautizado como "El buque de los sueños", espero que os resulte tan interesante y ameno como a mí me ha sido buscar la información y trabajarla.
La historia del Titanic, y la de sus dos barcos gemelos, el
Olimpic y el Britanic, comienza en la mansión londinense, propiedad de Lord
James Pirri, socio mayoritario de los astilleros más grandes del mundo, Harland
and Wolf. En esta casa se reunió a cenar la noche del 10 de junio de 1907, con
Bruce Ismay director gerente de la compañía naviera White Star Line.
Esa noche, decidieron la construcción de los tres barcos más
grandes del mundo. Esa noche también decidieron los nombres que llevarían cada
barco. Al primero le llamarían Olimpic, al segundo Titanic y el tercero
Gigantic, nombre que después de la tragedia del Titanic cambiaron por Britanic.
Curiosamente, la casa donde nació el Titanic, es en la actualidad la Embajada de España en
el Reino Unido.
Aunque la compañía naviera White Star Line fue fundada en
1869 en Inglaterra , desde el año 1902 formaba parte de un holding
norteamericano llamado International Mercantile Marine.
Si visitamos la exposición "Titanic The
Exhibition" podemos ver una acción
original de este holding. Así mismo, veremos un cheque original de la compañía
naviera propietaria del Titanic, con la firma de su director gerente, Bruce
Ismay, que viajaba en el barco y al que muchos historiadores señalan como el
autentico culpable de la tragedia, al ordenar al capitán Smith navegar a más
velocidad de la recomendada en una zona de hielos.
Bruce Ismay sobrevivió a la tragedia aunque, por ocupar el
puesto de una mujer en un bote salvavidas, fue rechazado por la sociedad
británica y murió en la soledad de su mansión irlandesa en 1937.
Un año y medio después de aquella decisiva cena en la
mansión de Lord James Pirri, se colocaba la primera pieza de la quilla del
Titanic. Era la mañana del 31 de marzo de 1909.
Aunque en los astilleros Harland and Wolf trabajaban 14.000
operarios, fueron cerca de 3.000 hombres los que, durante 27 meses, trabajaron
intensamente para terminar la construcción del Titanic.
Para su construcción, se necesitaron 27.000 toneladas del
mejor acero. El casco del Titanic estaba compuesto por chapas de acero, de 2 ,5
cms de grosor, que se unían con más de 3
millones de remaches.
En la exposición pueden
ver, y tocar, una parte del casco del Titanic y, comparando su grosor y la unión efectuada por los
remaches. Recordemos que en el año 1912 todavía no existía la soldadura y la
unión de las chapas se realizaba con remaches, tal y como pueden apreciar
en trozo de chapa expuesto en
"Titanic The Exhibition".
También ,en su visita a la exposición, pueden admirar el
colosal tamaño de las hélices del Titanic. Las dos laterales, ambas con tres
palas, tenían un diámetro de siete metros y pesaban la friolera de 38 toneladas
cada una. La hélice del centro, de cuatro palas, media 5 metros de diámetro y
pesaba 22 toneladas.
La construcción del Titanic le costó a la compañía naviera
White Star Line la astronómica cifra de 10 millones de dólares de 1912
(actualmente casi mil millones de
€uros). El dinero para financiar esta construcción llegó de los Estados Unidos,
concretamente del financiero John Pierpont Morgan, más conocido, incluso
actualmente, por JP Morgan.
A las 12 del mediodía del 31 de mayo de 1911, el Titanic era
botado a la mar. A este importante acto asistieron, junto al Alcalde de Belfast
que presidio el acto, JP Morgan, Pirri, Ismay y todos los directivos, personal
de la empresa constructora, de la compañía naviera y más de 100.000 personas,
que se agolparon por las inmediaciones de los astilleros para presenciar el
nacimiento del “buque de los sueños”.
Fue un acto impresionante, como impresionante era todo lo
relacionado con el Titanic. Por ejemplo, sus medidas. Desde la cubierta principal hasta la quilla, el Titanic
medía 57 metros de alto. Desde la proa hasta la popa 270 metros de largo y 30 metros de ancho. En la cubierta del
Titanic podrían haberse construidos 3 campos de fútbol de primera división.
Cada una de las tres anclas del Titanic pesaba 15 toneladas.
El casco pesaba 45.000 toneladas de registro bruto.
El responsable de hacer realidad las ideas de Lord Pirri y
Bruce Ismay no fue otro que el joven ingeniero jefe de los astilleros Harland
and Wolf, Thomas Andrews, que tenia fama de excelente ingeniero naval y buen
diseñador. Era, además, un meticuloso trabajador que acostumbraba a revisar
cada plano infinidad de veces y él mismo
estaba muy pendiente de los trabajos que se iban realizando. Hasta tal punto se
tomo en serio su trabajo al frente de la construcción del Titanic, que quiso
realizar a bordo del barco su viaje inaugural para supervisar todo su
funcionamiento y anotar todas las mejoras que se tendrían que realizar a bordo.
Porque llevaba sus compartimentos estancos se decía que el Titanic era prácticamente
insumergible, y la verdad fue que,
gracias a estas puertas estancas, el Titanic tardó casi tres horas en hundirse.
Los ingenieros calcularon que si no hubiese llevado estas puertas estancas, el
barco se hubiese hundido en menos de 30 minutos, por lo que, gracias a la
colocación de estas puertas y a su buen funcionamiento, se pudieron salvar
muchas vidas humanas.
Los tres motores unidos del buque generaban una potencia
superior a los 50.000 caballos, lo que podían hacerle navegar a una velocidad increíble, incluso para
nuestro tiempo, de 25 nudos.
Las máquinas del Titanic medían casi 20 metros de altura,
igual a un edificio de cuatro plantas.
El mando del Titanic fue confiado al mejor capitán de la
época, Eduard James Smith, conocido como Capitán Smith.
Smith era, sin duda, el más veterano y mejor capitán de la
White Star Line. Llevaba 35 años en la
compañía y jamás había sufrido ningún grave accidente. Le llamaban “el capitán
de los millonarios” porque la compañía naviera siempre le daba a él el mando de sus mejores y más modernos
barcos, donde viajaban los millonarios de aquella época.
Este iba a ser el último viaje del capitán Smith, ya que se
jubilaba a la llegada del Titanic a Nueva York.
Son las 12 en punto del mediodía, del 10 de abril de 1912 y el Titanic acaba de soltar amarras del
muelle nº 44 de la White Star Line, en el puerto inglés de Southampton.
2.208 personas, entre pasajeros y tripulantes, viajan a
bordo del buque más grande del mundo, en
su primer y último viaje. Varios remolcadores ayudan al navío a maniobrar para
alejarse del muelle y poner rumbo a alta mar.
.
Tras abandonar el puerto inglés de Southampton, el Titanic
se dirigió al puerto francés de Cherburgo, donde tuvo que fondear en su bahía,
al no caber un barco tan enorme en el interior del puerto, y allí, utilizando
barcazas, subieron pasajeros, sobre todo de segunda y primera clase. En este
puerto francés embarco la famosa Molly Brown y el multimillonario y joven
matrimonio español formado por Josefa Peñasco y Víctor Soto, así como dos de
sus sirvientas y su mayordomo.
William Murdoch, fue, sin lugar a dudas, uno de los
personajes más importantes en la historia del Titanic, tanto por el cargo que
ocupaba a bordo, como por su heroico comportamiento personal y profesional.
Murdoch era el primer oficial del Titanic y fue la persona
que se encontraba al mando del buque cuando este colisionó con el iceberg. Él
tuvo que decidir, en décimas de segundo, qué maniobra tomar y él decidió, como
primera orden después de chocar, cerrar inmediatamente las puertas estancas.
El papel de este oficial también fue ejemplar durante las
maniobras de evacuación de los pasajeros. Era el responsable de los botes
salvavidas en la cubierta de estribor, y ordenó llenarlos completamente, aunque
fuese con hombres. En la cubierta de babor, por el contrario, el oficial
responsable no permitió que ningún hombre embarcase en los botes salvavidas, y
estos se arriaron sólo con mujeres y niños, llevando en su interior solamente a
la mitad de personas que podían haberse salvado. Algunos botes solo llevaban 14 o 15 personas,
cuando su capacidad total era de 72. Debido a ello, más del 80% de los hombres
que se salvaron en el Titanic le debieron su vida a Murdoch
Por último conviene destacar de este excelente oficial que,
cuando ya el barco estaba a punto de desaparecer bajo las heladas aguas, cuando
el agua le cubría la mitad de su cuerpo, consiguió, en un esfuerzo sobrehumano,
cortar, con su navaja, los cabos que impedían arriar el ultimo bote salvavidas,
el desplegable A. Gracias a este último esfuerzo del oficial Murdoch,
12 personas pudieron salvarse en ese bote,
aunque a él ya no le quedaron fuerzas para subirse al bote, y murió
congelado en la mar, agarrado al bote salvavidas que había conseguido salvar
con el esfuerzo que le costó la vida.
En la exposición podemos ver dos importantes documentos
originales. Se trata, ni más ni menos, que las dos únicas cartas, escritas a
bordo del Titanic, por su heroico primer oficial William Murdoch.
También veremos el catalejo utilizado por el primer oficial
del Titanic William Murdoch.
Sin duda un objeto importante por haber sido utilizado y ser
propiedad, de uno de los hombres que, para salvar más vidas humanas, lucho
enérgicamente hasta los últimos instantes de su ejemplar vida, como un hombre
de honor y como marino.
Eran las 11 de la mañana del miércoles 10 de abril de 1912.
En ese momento se quitaba la pasarela que unía al Titanic con el muelle nº 44
de la White Star Line. Por esa misma pasarela habían atravesado el portalón de
embarque las personas más ricas e influyentes de aquella época junto a las más
pobres, los inmigrantes, que abandonaban
sus países con el fin de reiniciar sus vidas en “el nuevo mundo”.
En primera clase embarcaron
324 personas, 277 en segunda y 708 en tercera clase. Además, el Titanic
llevaba 898 tripulantes. En total viajaban en el Titanic 2.207 personas.
Durante su visita a "Titanic The Exhibition"
puedan admirarla maqueta más grande que se ha construido y la única que existe
con uno de sus costados abiertos, para que puedan observar la distribución interior del “barco de los sueños”.
Contemplando esta esplendida maqueta podemos imaginarnos
porque al Titanic se le llamaba
“palacio flotante”. Pueden observar las grandes escalinatas, los
comedores, la piscina, los baños turcos, las calderas, carboneras, sala de
maquinas, etc.
Cuando el Titanic abandonaba definitivamente las costas de
Irlanda, en la tarde del 11 de abril de 1912, muchos de los inmigrantes que
iban a bordo se dieron cuenta de que, quizás, aquella era la última vez que
veían
Una de las familias más adineradas que viajaba a bordo del
Titanic era la familia Widener. Ustedes Esta rica familia regresaba a
Fhiladelphia después de haber viajado
hasta Paris con el único fin de comprar la tela para la confección del traje de
novia de su hija, que esperaba casarse en el mes de julio, pero que no viajaba
con ellos.
Una vez se produjo el choque y cuando todos se disponían a
subir a los botes salvavidas en la cubierta B , el oficial solo permitió subir
al bote a la señora Eleonor Widener, mientras que a su esposo, su hijo, de 19
años, y a su mayordomo, no se les dejo subir. Este bote fue arriado con solo 28
personas, cuando estaba preparado para 72.
Tres semanas más tarde,
un barco que la compañía White Star Line envió a la zona del naufragio
para recuperar los cuerpos que aparecían flotando, encontró el cadáver de Edwin
Keepin, mayordomo de la familia Widener. En un primer momento se pensó que era
el cuerpo de George Widener, pero cuando revisaron sus datos se comprobó que
era el mayordomo. En el cuerpo de Keepin se encontró un extraordinario medallón
de oro y brillantes, así como cientos de dólares en los bolsillos de su abrigo y
ropa.
En la exposición
pueden admirar este extraordinario medallón, de oro y brillantes, que
Edwin Keeping llevaba puesto cuando fue recuperado su cadáver. Como verán todavía conserva la fotografía de su
mujer en la parte interior del medallón.
Uno de los símbolos de la belleza, el lujo y el esplendor
del Titanic. era la gran escalinata de proa. Al entrar en ella, tras un paseo
por la cubierta de primera clase, se notaba como la luz natural penetraba por
la cúpula de hierro y cristal que la cubría y que se reflejaba en la pálida
madera de roble real y en sus doradas y elaboradas balaustradas.
En la pared del rellano superior se podía ver un gran panel,
también de roble real, tallado, con un reloj, el cual está rodeado por dos
figuras, que simbolizan el honor y la gloria, que estaban por encima del reloj, simbolizando como el
honor y la gloria deben de estar siempre por encima del tiempo.
Por esta gran escalinata, los pasajeros de primera clase
bajaban al salón comedor.
Cuando el Titanic estaba a punto de hundirse, Gerda y su
marido Edgar Lindell, junto al pasajero Carl Olor Jansson, que se encontraban
en la cubierta, se lanzaron al agua y
nadaron hasta el bote salvavidas desplegable A, precisamente el último en ser
arriado al mar. Este bote se encontraba casi lleno de agua y completamente
abarrotado de gente, aproximadamente 45 personas. El pasajero Oloff y el marido de Gerda,
Edgard, consiguieron subirse al bote salvavidas, pero Gerda, ya sin fuerzas y
al límite de morir congelada, no pudo subir, a pesar de que su marido le estuvo
agarrando constantemente e intentando subirla a bordo del bote. El marido de
Gerda cayó desvanecido en el interior del bote y fue otro pasajero, August
Wennerstorm, quien sujeto e intentó subir a Gerda pero cuando se dio cuenta que
no le contestaba pudo comprobar que Gerda había muerto congelada y con su mano
agarrada a él. Después de varios minutos Wennerstorm no tuvo más fuerza y soltó la mano de Gerda.
Al soltar la mano de Gerda, Wennerstorm cayó también
desvanecido en el bote. Y en algún momento, mientras sostenía su mano, el
anillo de Gerda se deslizó de su dedo y cayó al fondo del bote.
Casi un mes después de la tragedia, el buque Oceanic
encuentra a la deriva, a más de 300 kilómetros de la tragedia, el bote desplegadle
A y al vaciarlo de agua aparece en el fondo del bote el anillo que tienen
ustedes delante, en esta vitrina, y que representa una de las muchas trágicas
historias del Titanic.
La mayoría de los pasajeros de tercera clase, inmigrantes de
todas las nacionalidades, embarcaron en el Titanic con el objeto de cumplir el
sueño de su vida: labrarse un porvenir en América y regresar a casa con el
futuro económico asegurado.
Cuando estos pasajeros embarcaron y fueron trasladados a sus
camarotes, la verdad es que creían vivir en un palacio.
Todos eran gente muy humilde y poder dormir en una litera
limpia y cómoda, con servicio de habitaciones incluido y ser servidos en el
comedor, era para ellos un autentico sueño.
Aunque, la verdad es que estaban situados en la proa y en la
popa del barco, donde más se balancea y donde más ruido se produce, estos
camarotes de tercera se podían comparar con los camarotes de segunda clase de
cualquier otro barco de la época. Incluso, en algunos barcos actuales, los
camarotes no se diferencian mucho de este de tercera clase del Titanic.
Aunque los pasajeros que viajaban en la segunda clase del
Titanic no disfrutaban, ni mucho menos, de los lujos de primera, la verdad es
que realizaban un placentero y cómodo viaje. Incluso, previo pago de algún
dinero extra, podían tener acceso a algunas de las estancias y servicios de los
pasajeros de primera clase, como por ejemplo el gimnasio, la piscina, los baños
turcos, etc.
Alfred Nourney, era un joven alemán, procedente de Colonia,
que, durante su estancia a bordo del Titanic no paró de contar que se dirigía a
América para cumplir uno de sus sueños, que era ver a los indios. Esto es lo
que contaba, pero la realidad es que sus padres lo enviaban a Nueva York porque
había dejado embarazada a una de las empleadas de la casa, y querían alejarlo
de Colonia durante una temporada.
A bordo del Titanic viajaban 324 personas en primera clase,
aunque el barco tuviese capacidad para casi el doble en esta categoría. Todos
los camarotes de primera clase eran excepcionalmente grandes. Jamás un barco
llevó camarotes tan grandes, cómodos y lujosos, donde destacaban los magníficos
materiales empleados para su construcción, su abundante espacio, armarios
empotrados, baños privados, bañeras completas así como agua caliente y fría.
Era difícil, en aquella época, encontrar, en ninguna parte del mundo, un hotel
con tanto lujo y refinamiento como los camarotes de primera clase del Titanic.
Uno de los pasajeros de primera clase era Erik Lind.
Erik Lind nació en Suecia y se convirtió en un afamado y
poderoso hombre de negocios cuando, de muy joven, inmigró a Nueva York, donde
consiguió amasar una gran fortuna. No obstante, regresó a Suecia para invertir
todo su dinero en un una gran empresa que fracasó estrepitosamente. Por ello
decidió regresar a Nueva York a repetir fortuna.
Pero, debido a las grandes deudas que tenía en Suecia, y
para no alertar a sus muchos acreedores, cambió su apellido por el de Lingrey
y, con este falso apellido, compró un billete de primera clase del Titanic, en
el que se gastó sus últimos dólares.
Al producirse la tragedia, Erik Lind, junto a otros dos
pasajeros de primera clase, se lanzaron al agua. Nadaron hasta conseguir llegar
cerca de uno de los botes salvavidas, pero Lind no tuvo fuerzas y finalmente
despareció engullido por las gélidas aguas.
Henrik Kviller, un ingeniero escandinavo de 31 años que
viajaba con una beca a Estados Unidos para estudiar las construcciones de
acero, y que pretendía casarse con su novia nada más regresar de América.
Desafortunadamente, Kvillner murió en el Titanic, siendo su cuerpo recuperado
varios días después.Sus pertenencias, entre las cuales se encontraba el pequeño
reloj que pueden ver en su visita a la exposición, fueron enviadas a su familia.
También pueden apreciar una taza y un plato de café de segunda clase.
Uno de los matrimonios más conocidos que viajaban en 1ª
clase era el matrimonio Strauss. Isidor
era el fundador de los grandes almacenes Macy´s en Nueva York, pero este era un
viaje de placer que habían realizado por Europa, por lo que Ida le acompañaba. Después de la
colisión, subieron a la cubierta de botes, donde Ida rechazó subirse a bordo
del bote salvavidas número 8, declarando que habían estado viviendo juntos
durante muchos años, y por ello "donde tú vayas, allí iré yo". Se
dirigieron entonces hacía la cubierta de proa, donde, abrazados, aguantaron
hasta que el agua les devoró.
Uno de los pocos pasajeros españoles que viajaban en el
Titanic era el joven matrimonio Peñasco, pasajeros de primera clase en su luna
de miel.
Víctor y Josefina llevaban más de un año de luna de miel
cuando, estando en París, decidieron comprar billetes en el Titanic para poder
conocer América, pero como la madre de Víctor tenía miedo a los barcos,
decidieron dejar a su mayordomo en Paris y que éste fuera enviando unas
postales de la capital parisina, que ellos previamente habían escrito con las
fechas futuras. De esta forma, mientras ellos se encontraban en el Titanic
rumbo a Nueva York, la madre de Víctor les creía a salvo en París.
Al producirse la colisión, el joven matrimonio subió
corriendo a la cubierta de botes, donde solamente Josefina pudo subirse al bote
salvavidas número 8, junto a su doncella de compañía y otros personajes
ilustres, como Molly Brown o la condesa de Rhodes.
Víctor permaneció en el buque y murió en las gélidas aguas
del atlántico. En "Titanic The Exhibition" se puede contemplar el
smoking original de Víctor.
Para mover las enormes maquinas del Titanic, la energía que
se utilizaba era el vapor. El vapor se producía quemando carbón en las 29
calderas situadas en la parte más baja del barco, cuyos abnegados trabajadores,
llamados fogoneros, caldereros o
familiarmente “la brigada negra”, trabajaban a unas temperaturas superiores a
los 40ºC. Ellos fueron, sin duda, las tropas de vanguardia de la batalla del
Titanic contra el mar.
Estos trabajadores, tal vez los más humildes de la
tripulación y los que , sin duda, trabajaban en peores condiciones, manejaban
constantemente el carbón, a mano y en carretillas, paleando continuamente
carbón al interior de los fogones de las 29 calderas del Titanic.
En la exposición
pueden admirar un trozo de carbón original del Titanic. Este trozo estuvo en la Sala de Calderas nº 1 del
Titanic. Fue precisamente en esta Sala donde sus carboneros estuvieron
trabajando hasta el final, hasta que el agua inundo sus dependencias y se los
llevó a todos al fondo del mar, en su lugar de trabajo.
Esta pieza fue recupera de los restos del buque en una de
las últimas expediciones realizadas, en agosto del año 2.000.
Muchos de los pasajeros que viajaron en los camarotes de
tercera clase, como muchos de los que hemos conocido ya, acabaron sus sueños, y
sus vidas en la madrugada del 15 de abril de 1912.
Jacob era minero, pero tal vez cansado de esa dura vida,
tomo la decisión de coger todos los ahorros de su vida, juntar los pocos
objetos de valor que poseía, y embarcarse en el Titanic, con el fin de comprar
una pequeña granja en cualquier población americana y así comenzar una nueva
vida.
Pero no pudo ser. Jacob, como muchísimos de sus compañeros
en aquellos camarotes de tercera clase, dejó su vida en esta tragedia.
Algunos de esos objetos que llevaba para vender en Estados Unidos pueden verlos
en la exposición-
La familia Kink, formada por Anton, su mujer Luise y su hija
de 4 años, también llamada Luise, viajaba desde Zurich,en Suiza. Eran pasajeros
de 3ª clase y, al llegar a la cubierta de botes, sólo a la madre y la pequeña
Luise se les permitió subir a bordo del bote número 2. A Anton no se le
permitió subir, y los marineros hicieron una cadena humana alrededor de bote
mientras este comenzaba a ser arriado. Pero Anton aprovecho un descuido y se
escabulló entre los marineros, saltando al bote y aterrizando en él cuando este
ya había comenzado su descenso. De esta forma se convirtieron en una de las
pocas familias de 3ª clase en sobrevivir al completo.
En la exposición
pueden observar las botitas que la pequeña Luise Kink llevaba la noche
del hundimiento. Con ellas corrió por la cubierta hasta subirse al bote
salvavidas y con ellas consiguió finalmente llegar a Nueva York. En esta misma
vitrina pueden observar la manta con la que la pequeña Luise fue arropada en el
bote salvavidas hasta que fueron rescatadas por el Carpathia. La pequeña Kink
guardó con gran afecto estos objetos durante toda su vida.
El Titanic avanzaba, majestuosa y tranquilamente, a una
velocidad de 22 nudos y medio. El capitán había abandonado el puente a las 21,30 ordenando se le informase de cualquier
incidencia.
En la atalaya del palo de proa, pasando mucho frió, se
encantaban los vigías Fleet y Lee, haciendo bromas entre ellos y apostándose
una cerveza por quién diría antes “tierra a la vista” al divisar tierra
americana. Estaba siendo una guardia muy tranquila. La mar estaba en calma, la
noche no era muy oscura y nadie podía prever lo que les iba a suceder unos
minutos más tarde.
Eran, aproximadamente las 23,40 cuando, de repente, el
horizonte que tenían enfrente pareció oscurecerse y ante sus ojos apareció una
montaña negra. La tenían enfrente sin haberla visto llegar. El vigía Fleet hizo
sonar tres veces la campana, mientras su compañero descolgaba el teléfono que
le unía al puente de mando y daba la voz de alarma.
Pero cuando en el puente escucharon la campana del vigía y
sonó el teléfono de la torreta, el primer oficial Murdoch ya se había dado
cuenta de que la proa de su barco iba directamente a chocar contra el iceberg.
Tuvo solo un segundo para decidir que maniobra tomar. Lo decidió
inmediatamente, ordenó dar marcha atrás y girar todo a estribor con el fin de
que la proa se desplazase hacia babor para evitar la colisión.
La verdad es que estuvo a punto de conseguirlo. Unos metros
más y el Titanic no hubiese ni siquiera
rozado el iceberg, pero no pudo ser. La masa de hielo golpeo el costado de
estribor, saltaron los remaches que unían las planchas de acero y el Titanic
comenzó a inundarse.
Desde que el vigía Fleet hizo sonar la campana de alarma,
pasaron 38 segundos, eternos segundos, hasta que se produjo la colisión. Se
calcula que los vigías divisaron el iceberg a unos 400 metros de distancia.
El tiempo había dictado sentencia. Los vigías no podían
haber visto antes el iceberg y cualquier
capitán u oficial de guardia hubiese hecho la misma maniobra que realizó el
oficial Murdoch.
La noche de la tragedia del Titanic, en la zona donde
navegaba, la temperatura de la mar era, aproximadamente, entre 0 y 1 grado bajo
cero. Como ya conocen, el agua salada no se congela a 0 grados, sino a una
temperatura más baja. No obstante, en un agua a 2 grados, una persona de
complexión normal, puede aguantar viva, como mucho, entre 20 y 25 minutos. Por
eso, el 90 % de las muertes del Titanic se produjeron por congelación, y no por
ahogamiento.
Si quieren experimentar la sensación de dolor que producen
las aguas heladas, intenten aguantar, solo unos minutos, tocando este pequeño
iceberg. Pongan la mano sobre el hielo y comprueben su aguante. Imagínense lo
que sufrieron las personas que murieron congeladas al lado del Titanic.
En aquellos instantes, una desesperada señal de socorro
inundó la gélida noche del atlántico norte.
A los pocos minutos de producirse el choque contra el
iceberg, el capitán Smith ordenó que enviasen,
sin cesar, mensajes de socorro, indicando la situación del barco y añadiendo
que hacían agua y comenzaban a hundirse por proa.
Inmediatamente comenzaron a utilizar su equipo trasmisor de
morse, intentando comunicarse con todos los buques que se encontrasen cerca de
la zona del naufragio. Uno de los primeros en responder fue el Carpathia. Fue
entonces cuando, el radiotelegrafista jefe Jack Phillips utilizó la nueva señal
de socorro, S.O.S.
Cuando el agua casi inundaba su cabina, los radiotelegrafistas se colocaron los chalecos salvavidas y se
lanzaron al mar, nadando hacia donde se encontraba el desplegable B, que había
dado la vuelta en una falsa maniobra y estaba “con la quilla al aire”. Los dos
se subieron al bote donde se encontraba el segundo oficial Lightoller y alrededor de otros 20 tripulantes.
Dos horas después, el oficial Jack Phillips murió congelado
y su cuerpo fue dejado caer al mar.
Eran las 2 y 10 de la madrugada del 15 de abril de 1912. El
Titanic estaba ya a punto de hundirse definitivamente y en su cubierta
principal, en el costado de estribor, muy cerca de la puerta de acceso a los
salones, los músicos de la orquesta de primera clase permanecían tocando sus
piezas preferidas, con el único fin de hacer menos dramática la muerte que les
esperaba a todos los aun permanecían a bordo.
Según las declaraciones de la mayoría de los supervivientes,
inmediatamente después de la colisión con el iceberg, la orquesta se reunió en
el salón de primera clase y comenzaron a tocar para distraer a los pasajeros.
Cuando apenas quedaba gente en aquel salón, se dirigieron al vestíbulo de la
cubierta de botes y finalmente salieron a la cubierta exterior.
En un principio, y sobre planos originales, estaba previsto
que el Titanic llevaba un total de 64
botes salvavidas, pero, finalmente, esta cantidad se redujo a 20, debido a que,
la cubierta de paseo de primera clase quedaba demasiado estrecha para poder
pasear y tomar el sol en ella, por este motivo se obligo a su diseñador a
quitar todos los botes de la segunda
fila y así dejar más amplio el pasillo.
El buque Carpathia, de la compañía Cunard , rival de la
White Star Line, propietaria del Titanic, fue el que, variando su rumbo, puso
sus maquinas a toda potencia y se dirigió al lugar del naufragio del Titanic,
rescatando a todos los supervivientes que quedaban a bordo de los 13 botes
salvavidas que permanecían en la zona. Recogió a un total de 705 personas,
navegando hacia Nueva York, donde llegaron a las 6 de la tarde del día 18 de
abril de 1912
Si hay un personaje femenino conocido dentro de la historia
del Titanic, esa es sin lugar a dudas Molly Brown. Procedente de Denver,
Colorado, era una excéntrica pasajera de 1ª clase. Su papel durante las tareas
de rescate, animando a las mujeres a remar e intentando que los botes más
vacíos volvieran a rescatar a más pasajeros, le valió una justa valoración.
Cuando llegó a Nueva York, encargó hacer unas medallas en honor a la
tripulación del Carpathia, cada una con el nombre personalizado. Pueden ver una
de estas medallas en la exposición La
historia bautizó a esta mujer como la insumergible Molly Brown, llegándose a
realizar infinidad de musicales, películas y libros sobre su figura.
En "Titanic The Exhibition" también podemos ver
los objetos originales recuperados del cuerpo del pasajero de tercera clase
Carl Asplund. Viajaba junto a su mujer y cinco hijos en los camarotes de
tercera clase situados en la popa del buque. Cuando el buque colisionó contra
el iceberg, la familia entera consiguió llegar hasta la cubierta de botes pero
eran incapaces de separarse. Años después Selma, su mujer, declaró que habían
decidido quedarse todos juntos y morir abrazados aquella noche, pero en un
instante, al estar cerca de un bote que estaba siendo arriado, un tripulante
agarró a su hija menor, Lillian, y la lanzó al bote. Segundos después hizo lo
mismo con otro de los hijos, Félix. Entonces otro tripulante desde el bote
gritó: “¡Bajad a la madre también al bote!”
Antes de que Selma tuviera tiempo para reaccionar, los
tripulantes la habían cogido de pies y manos y le lanzaron al bote, desde donde
alzó la vista para ver a su marido y sus otros tres hijos correr hacía la otra
cubierta del buque. Sería la última vez que los vio.
El cuerpo de Carl Asplund fue recuperado y entregado a su
familia, así como estos objetos. Todos ellos fueron entregados a su hija
Lillian, que fue una de las últimas supervivientes en morir, en la primavera de
2006.
El
Titanic fue una tragedia humana en la que perdieron su vida fallecieron, en total
de 1.503, entre hombres mujeres y niños.
En este momento, cuando estáis a punto de finalizar el
conocimiento de lo que verdaderamente pasó en aquella trágica madrugada del 15
de abril de 1912, me gustaría homenajear a todos aquellos niños, mujeres y
hombres, que, cuando los relojes marcaban las 2 y 20 minutos de la madrugada, cuando
sólo quedaba a flote una pequeña parte de lo que fue el barco más grande del
mundo, cuando desde la mar llegaban los gritos de angustia y dolor, estas
valientes personas sabiendo que estaban viviendo los últimos minutos de su
existencia quisieron finalizar sus vidas sin saber que el Titanic continua vivo , no solamente en las películas,
libros, exposiciones, medios de
comunicación etc, etc sino también en
nuestra memoria, en la memoria de millones de personas que, cada día,
encuentran, en su vida, algún parecido con alguna de las 2.208 personas que
iban a bordo.
Por eso el Titanic continúa siendo un mito, porque siempre
encontramos nuevas formas para comprender su historia y porque, en algún lugar
de nuestro corazón somos conscientes de que nosotros no somos muy distintos a
las personas que vivieron y murieron a bordo del Titanic.
A todos ellos, desde aquí, nuestro más sincero homenaje.
El buque de los sueños, el mítico Titanic continuara
navegando por los ecos de la historia en un largo viaje sin fin a través de
nuestros corazones.